Hoy publicamos un emotivo relato que ha
escrito para nosotras y para vosotros una de nuestras clientas, gran lectora y
escritora. Con él queremos rendir un pequeño homenaje a los libros de papel, a
sus bonitas portadas e ilustraciones y a su característico olor. También queremos
celebrar el privilegio de ser libreros y de poder escuchar, aconsejar y
recomendar a tantos lectores. Y por supuesto recordar la magia de las
librerías de barrio, esos espacios únicos y cercanos, donde curiosear y dejarse sorprender.
Además, aprovechamos para desearos por adelantado un feliz Día Internacional del Libro y para recordaros que os esperamos este miércoles 23 de abril en La Librairie con un 5% de descuento en libros. ¡Reservad ya los títulos elegidos y regalad o regalaos libros en este día tan especial!
Y ahora, aquí va el texto prometido...
Y ahora, aquí va el texto prometido...
El primer libro que leí de niña fue "Corazón", de Edmondo De Amicis, editado
por Bruguera en la colección
Historias Selección, donde junto al texto escrito se incluía también una
versión resumida en forma de viñetas de tebeo, y tenía una bonita cubierta a todo
color y las caras de los protagonistas pintadas en el canto. Todavía conservo
el libro, roto, las páginas amarillentas, envuelto en un plástico para que no
se estropee más. No me acuerdo de mi edad ni de quién me lo regaló. Años
después, una de mis primas me compró para mi cumpleaños "Jim Botón y Lucas el maquinista", de Michael Ende. Durante meses no sentí
interés alguno por la novela, hasta que una aburrida tarde de verano lo tomé de
la estantería y lo abrí. Fue tal mi asombro y maravilla que tuve que terminarlo
de un tirón. También lo he guardado hasta hoy, forrado en un papel azul
metálico que me gustaba mucho.
La primera obra que me compré con mis ahorros
fue "Cien años de soledad", de García
Márquez, en la librería de mi barrio. La librera me hizo un descuento porque no
tenía suficiente dinero. Me había visto muchos días mirar los libros con
apetito voraz.
He cambiado de casa bastantes veces y he
vivido casi siempre en espacios pequeños. Mis libros me han acompañado. Pero he
debido desprenderme de una buena parte de ellos para caber yo. A todos y cada
uno los he echado de menos.
Ahora ya prácticamente no puedo leer, por una discapacidad visual;
escucho audiolibros e intento mejorar mi lectura en braille. Con todo, no logro resistir la tentación de seguir comprando libros en
papel, y como dijo Borges, continúo llenando mi biblioteca de libros.
Considero un avance la existencia de libros
electrónicos, ordenadores y cualquier tipo de soporte que pueda transmitir una
ficción. Pero ¿les parece a ustedes que es igual regalar o que te regalen un epub comprado en una página web que un
volumen elegido en una librería? ¿Tendrá la misma magia el recuerdo de ciertos
libros y el de una descarga en el ordenador? Creo que es la materialidad del
libro, su peso, sus hojas, su cubierta, su olor, su índice y notas, la primera
página, puerta que nos da acceso al mundo narrado, y la última, que hay que esforzarse
en no leer antes de tiempo, lo que nos seduce. El amor y la pasión necesitan un
cuerpo, el tacto, un lugar en nuestra casa o incluso en la mesilla de nuestro
dormitorio.
Es esa pasión la que también entregamos al
regalar un libro.
Lola Robles, escritora y clienta de La Librairie, abril de 2014.
Foto vía Pinterest
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