domingo, 20 de abril de 2014

Día Internacional del Libro 2014



Hoy publicamos un emotivo relato que ha escrito para nosotras y para vosotros una de nuestras clientas, gran lectora y escritora. Con él queremos rendir un pequeño homenaje a los libros de papel, a sus bonitas portadas e ilustraciones y a su característico olor. También queremos celebrar el privilegio de ser libreros y de poder escuchar, aconsejar y recomendar a tantos lectores. Y por supuesto recordar la magia de las librerías de barrio, esos espacios únicos y cercanos, donde curiosear y dejarse sorprender.

Además, aprovechamos para desearos por adelantado un feliz Día Internacional del Libro y para recordaros que os esperamos este miércoles 23 de abril en La Librairie con un 5% de descuento en libros. ¡Reservad ya los títulos elegidos y regalad o regalaos libros en este día tan especial! 

Y ahora, aquí va el texto prometido...

El primer libro que leí de niña fue "Corazón", de Edmondo De Amicis, editado por Bruguera en la colección Historias Selección, donde junto al texto escrito se incluía también una versión resumida en forma de viñetas de tebeo, y tenía una bonita cubierta a todo color y las caras de los protagonistas pintadas en el canto. Todavía conservo el libro, roto, las páginas amarillentas, envuelto en un plástico para que no se estropee más. No me acuerdo de mi edad ni de quién me lo regaló. Años después, una de mis primas me compró para mi cumpleaños "Jim Botón y Lucas el maquinista", de Michael Ende. Durante meses no sentí interés alguno por la novela, hasta que una aburrida tarde de verano lo tomé de la estantería y lo abrí. Fue tal mi asombro y maravilla que tuve que terminarlo de un tirón. También lo he guardado hasta hoy, forrado en un papel azul metálico que me gustaba mucho.

La primera obra que me compré con mis ahorros fue "Cien años de soledad", de García Márquez, en la librería de mi barrio. La librera me hizo un descuento porque no tenía suficiente dinero. Me había visto muchos días mirar los libros con apetito voraz.

He cambiado de casa bastantes veces y he vivido casi siempre en espacios pequeños. Mis libros me han acompañado. Pero he debido desprenderme de una buena parte de ellos para caber yo. A todos y cada uno los he echado de menos.

Ahora ya  prácticamente no puedo leer, por una discapacidad visual; escucho audiolibros e intento mejorar mi lectura en braille.  Con todo, no  logro resistir la tentación de seguir comprando libros en papel, y como dijo Borges, continúo llenando mi biblioteca de libros.

Considero un avance la existencia de libros electrónicos, ordenadores y cualquier tipo de soporte que pueda transmitir una ficción. Pero ¿les parece a ustedes que es igual regalar o que te regalen un epub comprado en una página web que un volumen elegido en una librería? ¿Tendrá la misma magia el recuerdo de ciertos libros y el de una descarga en el ordenador? Creo que es la materialidad del libro, su peso, sus hojas, su cubierta, su olor, su índice y notas, la primera página, puerta que nos da acceso al mundo narrado, y la última, que hay que esforzarse en no leer antes de tiempo, lo que nos seduce. El amor y la pasión necesitan un cuerpo, el tacto, un lugar en nuestra casa o incluso en la mesilla de nuestro dormitorio.

Es esa pasión la que también entregamos al regalar un libro. 

Lola Robles, escritora y clienta de La Librairie, abril de 2014.

Foto vía Pinterest

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